Iconoclastia
El ganador no sabe perder

Cristóbal D. Peñate

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A Feijóo le ha pasado lo mismo que a Rubiales: ha perdido ganando. Lo que le ocurrió también al exseleccionador nacional de fútbol femenino Jorge Vilda. Rubiales y Vilda ganaron el primer mundial de Fútbol Femenino para España, haciendo indudablemente historia, pero los dos salieron de la Federación despedidos como una exhalación. 

Un día eran campeones del mundo y al día siguiente eran expulsados de sus respectivos y lucrativos puestos de trabajo. Ahora los dos están imputados por el juez. Feijóo, que se sepa, aún no está imputado por ningún juez. Sus andanzas en yate con el amigo narcotraficante ya están prescritas aunque su carrera política sí parece caducada y periclitada, a pesar de hinchar el pecho junto a los leones del Congreso de los Diputados mientras hacía el paseíllo junto a los suyos marcando el paso semi triunfal por haber ganado las elecciones. 

Pero ya se sabe que muchas veces en política el que gana pierde y el que pierde gana. Feijóo ha tenido más de un mes para buscar los apoyos y ser investido presidente del Gobierno de España, pero su respaldo ha sido insuficiente ya que en cinco semanas no ha sido capaz de sumar ni un voto más de los que ya tenía con la ultraderecha y dos partidos nacionalistas conservadores.

Se trata de dos votos periféricos de dos partidos regionalistas escorados a la derecha. Un diputado de Unión del Pueblo Navarro, un partido tradicionalista y foral que hasta ayer era la marca blanca del PP en la región, y una diputada de Coalición Canaria que, tras el fracaso de Feijóo, apoyará presumiblemente a Sánchez porque la razón de ser de CC es dar el voto al partido grande que acepte la agenda canaria y se trague la mejora del REF sin rechistar. Aquí no vale la ideología sino el dinero contante y sonante. 

Da igual que sea de derechas o de izquierdas porque ni la propia Coalición Canaria sabe lo que es, si es conservadora o progresista. Los lunes, miércoles y viernes es conservadora y los martes, jueves y sábados es progresista. Los domingos tira la moneda al aire para ver si apoya a la Unión Deportiva Las Palmas o al Club Deportivo Tenerife en el archipiélago y al Real Madrid o al Barcelona a nivel nacional. 

Feijóo, sobrado, anunció en el Congreso que contaba con los votos suficientes para ser presidente pero no quiso aceptar las condiciones del partido de Puigdemont. Más bien ocurrió lo contrario: los independentistas catalanes no querían contar con el PP ni de coña después de una historia continuada de agravios. Como Feijóo no podía obtener ni por asomo el apoyo de los catalanes soberanistas, se inventó que fue el PP el que decidió no contar con ellos. El truco de almendruco destinado a tontos muy tontos. 

El baldón de la derecha nacional es que no la traga la derecha periférica. Mientras eso sea así, el único socio que tendrá el Partido Popular será Vox, la ultraderecha heredera del franquismo, y la mayoría de los partidos, incluida Coalición Canaria, no quiere ver a Vox ni en pintura. Hacen fos de Vox. De esa manera es casi imposible que gobierne la derecha, a no ser que el país se haga de ultraderecha en un santiamén de la noche a la mañana, pero no lo parece a tenor del gran bajón que tuvo en las últimas elecciones. 

Lo de UPN suena a coña. Los dos únicos diputados que tenía en la pasada legislatura cambiaron de chaqueta y fueron obnubilados por el PP para votar contra la reforma laboral de Yolanda Díaz después de que el partido Navarro se comprometiera a apoyarla. Tras las últimas elecciones, los regionalistas navarros se quedaron con un solo diputado y encima es tan zopenco que vota por el candidato del PP a pesar de lo que le hizo este partido. No se puede ser más masoquista. 

Así y todo, la reforma laboral fue aprobada gracias a que un diputado totorota del PP parecido al payaso de Los Simpson se equivocó en la votación. No hay mal que por bien no venga. 

Por otro lado, Coalición Canaria compite en Canarias con el PP y Vox en la banda derecha, por lo que no se explica el apoyo a Feijóo, a no ser que sea para corresponderle por el respaldo de los populares en el Gobierno de Canarias. Ambos perdedores se unieron para desbancar al ganador y colocarlo en la oposición. Ángel Víctor Torres también perdió ganando; eso no solo les ocurre a Feijóo y a Rubiales.

El candidato popular salió farruco y tras salir derrotado del Congreso dijo que se sentía vencedor de “la integridad y de la igualdad”. No sé que entiende Feijóo por integridad pero con lo de la igualdad se ha lucido. Parece mentira que haya sido tantos años presidente de la Xunta de Galicia. No hace falta ser muy listo para saber que en España los ciudadanos no somos iguales ya que las comunidades autónomas aprueban leyes solo para sus paisanos. 

El impuesto de sucesión, por ejemplo, no es el mismo en todas las comunidades porque unas lo tienen y otras no, e incluso las que lo tienen poseen porcentaje muy distintos. El engaño de que todos somos iguales ante la ley es una mentira gorda institucionalizada en la oposición. 

Un gallego no cumple las mismas leyes que un navarro, que un canario o que un andaluz. Fejóo quiso comportarse como un héroe ante su derrota cuando manifestó que no sería investido presidente a cambio de dar privilegios a los catalanes. En cambio, no hablo de los derechos y privilegios forales de Navarra para no enemistarse con uno de sus socios. ¿Acaso Coalición Canaria no lucha, al igual que UPN, por sus derechos especiales y únicos precisamente por ser distintos y desiguales? 

La sesión de investidura de Feijóo ha sido una gran farsa, una gran mentira. Colorín, Colorado, este cuento se ha acabado. 

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