Laika

Tras el lanzamiento, se dijo que Laika sobrevivió durante una semana y que murió plácidamente. Lo cierto es que en 2002 se reveló que la pobre perra murió a las cinco horas del lanzamiento, víctima de las altas temperaturas y del pánico. Desde entonces, todos los animales que han sido lanzados al espacio tuvieron, con mayor o menor fortuna, oportunidad de regresar a la Tierra.

No obstante, Laika se fundió con las estrellas y eso supone elevarse a categoría de icono popular. La perrita rusa pasó a inspirar canciones (Arcade Fire, The Cardigans o Mecano), novelas (Intervention, de Julian May, donde Laika era rescatada por unos extraterrestes), grupos musicales, series de televisión, anuncios publicitarios, pósters, sellos y algún que otro poema desquiciado. Incluso se ha erigido en su memoria una escultura en el metro de Moscú y cuenta con una placa en el monumento a los conquistadores del espacio, y su nombre figura junto al de Lenin. También se le puso el nombre de Laika a un pedazo de territorio de Marte.

No obstante, el mayor logro de Laika, amén de demostrar que un organismo vivo puede sobrevivir algunas horas en el espacio en estado de ingravidez, fue abrir el debate sobre el maltrato de animales, no considerado como tal hasta entonces. Las cosas en ese sentido han cambiado bastante, aunque no siempre para mejor. Oficialmente existen normas para la experimentación con animales, pero ningún control para observar que se respeten. En el día a día llegan noticias e imágenes a veces aberrantes, como los últimos vídeos que pululan por youtube, donde se despellaja vivos a perros y gatos, o la denuncia a una perrera de Cádiz, contratada por varios ayuntamientos, que sacrifica a los perros con un paralizante muscular que prolonga su agonía durante horas y les mantiene conscientes todo ese tiempo con un sufrimiento terrible.

Creo que quien puede mostrar una crueldad tan salvaje con un animal, también podría hacerlo con un ser humano. Yo, por lo menos, no me fiaría.

Esperanza Pamplona