Espacio de opinión de Canarias Ahora
De mayor quiero ser maker
Cuando éramos niños y alguien preguntaba a qué queríamos dedicarnos de mayores, una de las respuestas más recurrentes siempre fue: «Quiero ser inventor».
Con el paso del tiempo hemos vivido una serie de cambios económicos y sociales que han estado condicionados por el desarrollo tecnológico. El término inventor se ha quedado corto y ha mutado en lo que hoy se conoce como maker.
Los makers son personas vinculadas a la tecnología, individuos que desbordan creatividad a la hora de proponer soluciones frente a problemas de diversa índole. Es importante dejar claro el factor material que hay implícito al utilizar el término. Un maker es aquel que crea algo físico a partir de unas bases intangibles de conocimiento y diseño, ayudándose de la tecnología que tiene a su alcance.
El manifiesto del movimiento maker establece una serie de ítems básicos que caracterizan su filosofía:
Hacer: La creación es una de las formas en las que los humanos somos capaces de expresarnos. Las cosas que creamos son una parte de nosotros mismos, de nuestra alma.
Compartir: Compartir lo que saben y lo que hacen es lo que logra que un maker se sienta realizado.
Dar: Ofrecer a otra persona algo fabricado por nosotros mismos es regalar una parte muy personal de cada uno.
Aprender: Para hacer, primero hay que aprender. Gracias al aprendizaje, a lo largo de toda nuestra vida nunca paramos de adquirir conocimientos útiles que mejoran la forma en la que creamos cosas.
Equipar: Los makers deben invertir en herramientas adecuadas para sus fines. Este tipo de herramientas nunca había estado tan al alcance del público general como en la actualidad.
Jugar: Tomarse los proyectos como un juego ayuda a mantener la emoción a lo largo de su desarrollo. La curiosidad debe estar presente en todo proceso creativo.
Participar: Es muy importante unirse a la comunidad de makers para descubrir en grupo los beneficios de crear cosas nuevas.
Apoyar: Como cualquier otro movimiento, requiere de apoyo emocional, intelectual, económico, político e institucional. Entre todos somos responsables de crear un futuro prometedor.
Cambiar: Acepta los cambios que se produzcan en tu viaje como maker. Eso hará que tú y tus proyectos sean cada vez más completos.
Desafortunadamente en el pasado, al hablar acerca de los inventores, los veíamos como un tipo de persona que normalmente trabajaba solo o con muy poca ayuda. Éstos carecían de los medios necesarios para que sus creaciones vieran la luz en un mercado plagado de grandes fábricas. Los inventores que no recibían apoyo externo quedaban excluidos ya que sólo las grandes compañías eran capaces de producir y distribuir sus productos.
Por fin eso se acabó, esta nueva «raza de inventores», denominados makers, ya puede intervenir en los procesos de fabricación de una forma mucho más directa gracias a la democratización de las herramientas de producción. Ser un maker (inventor a la moderna) también supone ser un fabricante por primera vez en la historia.
El factor principal que ha posibilitado esta conversión de inventores a makers ha sido Internet. Gracias a la red y a la sociedad de la información en la que estamos inmersos, se ha conseguido liberar la comunicación y la información que se transmite a través de ella.
Los problemas de copyright y patentes supusieron un terreno pantanoso para los inventores en el pasado, imposibilitando que muchos compitieran por sacar sus ideas adelante. Por suerte, hoy en día los procesos de fabricación también se han democratizado bastante.
Para Chris Anderson –uno de los principales valedores internacionales de esta filosofía–, la tercera revolución industrial ha llegado y son los makers.
Ya no es necesario hacer largos viajes a países asiáticos para establecer contactos con fabricantes que puedan convertir nuestros proyectos caseros en una realidad al alcance de todos.
Cada día son más las empresas que ponen a disposición del público general sus herramientas de producción para permitirnos fabricar los productos que nosotros mismos hemos diseñado y posibilitarnos el recibirlos en casa pocos días más tarde.
Las impresoras 3D, las placas programables, el crowdfunding y un sinfín de otras herramientas que se rigen bajo las premisas del software y hardware libres han posibilitado el surgimiento de esta revolución maker. Los átomos son los nuevos bits.
Kibo, Primo, Ringo, mBot o MaKey MaKey son varios de los éxitos alcanzados por el gremio maker. Los cuatro primeros son robots que precisamente intentan incentivar el sentimiento «hacedor» en los más pequeños, robots que hay que construir para posteriormente darles una serie de instrucciones que permitan aprender los fundamentos básicos de la programación. El MaKey MaKey por otra parte es una placa que permite convertir cualquier objeto que sea conductor de electricidad en una tecla. Las posibilidades educativas de todos ellos son enormes.
Canarias tiene el deber de aprovechar este tipo de corrientes cuyo principal activo económico es el saber. Recordemos que estamos en una transición hacia la sociedad del conocimiento donde los makers van a jugar un papel decisivo en la configuración del mapa económico, político y social.
Las nuevas tendencias globales benefician en gran medida a nuestra tierra, que siempre ha visto desde la lejanía como se suceden los grandes avances. La localización geográfica es un factor que poco a poco pierde importancia en el desarrollo de una determinada región.
Algunas instituciones han visto la oportunidad de iniciar algo grande en Canarias y han empezado a dar pequeños pasos por cuenta propia para tratar de seducir y convencer a otros colectivos para que se unan al movimiento maker. La consecución de un futuro mejor pasa por la implicación de todos.
Sin duda, la base para que todo esto se sustente se encuentra en la educación y la formación. Hay que empezar por ahí, pero no de cualquier manera, sino despacio y con buena letra. Hay que establecer unos objetivos, unas prioridades y unos criterios de calidad que garanticen que cada paso que se dé no sea en falso.
Debemos tener en cuenta que la sociedad ha cambiado y se moviliza mucho más cuando los incentivos son sociales y no exclusivamente económicos. Aunque pueda levantar controversias, para una gran parte de los jóvenes el dinero ha pasado a un segundo plano. Su principal motivación radica en alcanzar metas personales que les hagan ser más felices, conectar sus emociones con las cosas que más les atraen.
Al igual que ha hecho Madrid con la asignatura «Tecnología, programación y robótica», Canarias también debería dar un paso al frente para posicionarse como una de las regiones que más apuestan por la transición hacia la sociedad del conocimiento. Debemos convertir a las islas en un referente no solo dentro de España sino también dentro del contexto europeo.
No es una opción de futuro, es una obligación del presente.
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