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La mirada

José H. Chela / José H. Chela

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La mirada es esencial en esta batalla, aseguran. Tal vez, sí. Se pueden decir tonterías, hacer promesas difícilmente sustanciables, caer en la vulgaridad del insulto, pero si se hace todo eso con la mirada firme, a los simpatizantes hasta les gusta. Otra cosa es cómo cae todo eso a los que no simpatizan. O a los indecisos. O a los indiferentes. Casi un treinta por ciento de votantes potenciales entre dubitativos y hastiados son una barbaridad. De ahí la importancia de los debates televisados. Es la oportunidad para Rajoy y Zapatero de llevarse al huerto al máximo de ciudadanos posible incluidos en ese porcentaje. Los especialistas en comunicación televisiva (y en lenguaje corporal que es en lo que estamos) del PP y del PSOE preparan a fondo para ese combate a los púgiles protagonistas que están, ya, como quien dice, en los rincones del ring, toallas sobre los hombros, tensos y dispuestos a noquear al adversario. Y a no rehuir su mirada. Esa preparación es importante. Los socialistas lo saben, a poca memoria que tengan. Y a falta de memoria, tendrán, supongo, un DVD para analizar en él las equivocaciones de Felipe González en el último encuentro de este tipo frente a las cámaras. El principal, desviar la vista de la del oponente, de José María Aznar. Una cara a cara electoral no es una entrevista. Las entrevistas de este jaez las hacen periodistas mansos y obsequiosos (la BBC, menos mal que alguien da ejemplo, anda buscando ahora periodistas agresivos e insolentes, puestos en las materias de las interviús y en los puntos flacos de los entrevistados). El cara a cara es otra cosa: una desafío para tumbar sin piedad al adversario, sin gong, a un solo y agotador asalto. Una pelea en la que la gestualidad y la mirada adquieren relevancia fundamental. Los dos combatientes se van a desafiar con la mirada. No van a apartarla el uno del otro. Y será como si mirasen directamente a los ojos de cada elector. Porque la gente cree en los tópicos y se lleva de ideas preconcebidas: Quien mira directamente a los ojos no puede estar mintiéndonos.

Y es al contrario. Para llegar a ser un extraordinario y convincente embustero hay que aprender, sobre todo, a mirar directamente a los ojos del engañado.

José H. Chela

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