Aclaro que lo hacemos con escepticismo y preocupación. El que nos generan fuerzas políticas que en el pasado reciente han actuado desde el insularismo más ramplón. Lo hizo ATI-CC a lo largo de toda la legislatura anterior, con Adán Martín de presidente. Y, hay que decirlo, su modo desequilibrado y hegemonizante de entender Canarias no encontró la menor resistencia en los dos primeros años, 2003-2005, en los que el PP fue su socio de Gobierno. Más bien todo lo contrario. Y tampoco la encontró en el PSOE en el segundo tramo de la legislatura: no presentó ni una sola iniciativa para corregir los evidentes desequilibrios. Fueron cómodos compañeros de viaje.Y lo hacemos, asimismo, con los malos presagios que suponen los primeros pasos de la recién iniciada etapa. Abierta con el plano discurso de investidura y las afirmaciones de Paulino Rivero en el posterior y bochornoso debate culpabilizando a la prensa grancanaria y a Nueva Canarias del avivamiento del pleito insular. O, en fin, con sus posteriores y muy desafortunadas declaraciones en una entrevista periodística en la que propone crear un órgano de asesoramiento integrado por los ex presidentes de Gobierno, pero anuncia su voluntad de “excluir a uno de ellos” en función, por lo que dejó entrever, de las mayores o las menores afinidades políticas. Lo que indica una actitud poco democrática de la persona que representa a todos los canarios sin excepción, tanto a los que respaldan sus ideas y acciones como a los que no lo hacen. En nuestra opinión, los primeros pasos del nuevo presidente canario no han sido, ni mucho menos, acertados. Y, por lo tanto, no invitan precisamente al optimismo. Además, el propio proceso de nombramientos, ya muy avanzado, y las modificaciones en las competencias en diversos departamentos apuntan de forma rotunda hacia el claro predominio de ATI y la consecuente subordinación del PP. Lo que no es en modo alguno una sorpresa.Muchos datos de la conformación del nuevo Ejecutivo señalan nítidamente en esa línea. Por un lado, con el importante crecimiento de competencias por parte de la Presidencia del Gobierno, convertida en una macroconsejería que asume asuntos como los relacionados con la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (I+D+i) -clave para incrementar de la productividad, mejorar la competitividad de nuestras empresas y diversificar nuestra economía-, hasta ahora asignados a la Vicepresidencia; y, asimismo, saca de la Consejería de Turismo la renovación de la planta turística obsoleta, una de las tareas más esenciales de las directrices, colocándola también en Presidencia. Contrasta, por cierto, ese interés presidencial con su nula referencia a las directrices de ordenación del turismo en el discurso de investidura, limitada a unas palabras, a unos vagos compromisos, en su larga perorata en el debate (¿o monólogo?) contra el líder opositor. Contrasta, también, con el rechazo del PP, contrario a la limitación de nuevas construcciones turísticas. Y, asimismo, contrasta con la completa parálisis a la que las sometió el anterior Gobierno de ATI, incumpliendo incluso los plazos que la ley establecía, en la directriz 31, para poner en marcha las medidas -de carácter económico, fiscal, laboral y administrativo- destinadas a incentivar la renovación. Debieron estar presentadas en abril de 2004, y aún no están ni se le esperan.Otro importante vaciado se da en Medio Ambiente, al asumir Rivero la Agencia sobre cambio climático. Junto a ello, Presidencia tiene el Comisionado de Acción Exterior, del que depende la Viceconsejería de Emigración y Cooperación que, a su vez, cuenta con tres direcciones generales, las de relaciones con América, África y Europa, esta última desgajada de Economía y Hacienda; así como la Viceconsejería de Comunicación, creada en 2003, y la dirección general de Relaciones Informativas.La Vicepresidencia de José Manuel Soria queda completamente devaluada, convertida en un órgano del presidente y limitada al jefe del gabinete y a una Dirección General, el Gabinete de Estudios Socioeconómicos. Una estructura muy inferior a la de su antecesora en el cargo. Igual sucede con los departamentos gubernamentales de Turismo (PP) y Medio Ambiente y Ordenación Territorial (ATI-CC), que pierden una parte substancial de sus contenidos, los de carácter más estratégico, mientras que la Presidencia engorda con nuevas estructuras administrativas. ATI gana, el PP pierde.Por tanto, ATI, tal y como era de prever, sale muy fortalecida de la constitución del nuevo Ejecutivo. Concentra en su manos las principales parcelas de poder y traslada a sus áreas de competencia relevantes contenidos (investigación, desarrollo e innovación, así como renovación de la planta turística obsoleta) que, inicialmente, pertenecían a consejerías que quedan, bastante desvalorizadas, bajo la dirección de los conservadores. Se va conformando, en definitiva, un Gobierno a la medida de ATI. Más de lo mismo.(*) Román Rodríguez es presidente de Nueva Canarias. Román Rodríguez (*)