Patrimonio

Isaac Valencia suele insistir en algunas boberías demagógicas sobre la importancia de su municipio –un lugar que adoro, por cierto y en el que pasé los mejores años de mi vida- y se empeña en trasmitir a los vecinos la peregrina idea de que forman parte del ombligo del mundo. Ya dijo, hará un año o así, que las alfombras florales de la Villa son conocidas en todo el planeta, lo cual es absolutamente falso: basta, para comprobarlo, darse una vuelta por el planeta y preguntar al respecto. Ahora, en unas recientes declaraciones, afirma que con la designación del Teide como Patrimonio de la Humanidad “se hablará de La Orotava en todo el mundo”. Otra falacia chauvinista. La verdad es que de las ciudades y sitios elegidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad sabemos poco y ni siquiera cuando muchas de esas ciudades o lugares o paisajes reciben el título, nos enteramos de ello, a no ser que nos queden muy próximos y la noticia nos engorde el orgullo patriótico o pueblerino. Hasta el año pasado, ese catálogo patrimonial contaba con un total de 812 sitios (628 culturales, 160 naturales y 24 de otras características) repartidos por 137 países. ¿Podría citarme don Isaac alguno de ellos ubicados, por ejemplo, en Afganistán o en Chipre o en Argentina, un suponer? ¿O un par de los que puede presumir Cuba, una isla a la que suelen viajar nuestros políticos, y que cuenta con nueve distinciones de ese tipo, nada menos? De que La Laguna es patrimonio de la humanidad, por ejemplo, se entera el turista –y solamente el turista culto e interesado en estas cuestiones- cuando la visita por casualidad, como uno no se enteró de que ostentaba el mismo título Antigua hasta que viajó a Guatemala; o que en Pico (una isla de Las Azores) existe una zona vinícola, muy parecida a La Geria conejera, que ha sido calificada como Bien de Interés Mundial (o así). Conste que a uno le encantaría que el Teide obtuviese la distinción internacional por la que luchan y trabajan diversos organismos. Faltaría más. Pero, eso no quita para que las fantasmadas del señor Valencia resulten absolutamente pueriles. Entre otras razones –y don Isaac debe ser consciente de ello- porque casi nadie sabe, incluyendo muchos canarios, que el identitario volcán tinerfeño, se encuentra enclavado en el término municipal orotavense. Por lo cual, lo dicho: menos lobos, alcalde, menos lobos.

José H. Chela