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Ni un pelo de tonto

Cristóbal D. Peñate

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No creo que las mujeres que hicieron paro o huelga el 8 de marzo aprovecharan para ir a la peluquería, como sugirió la diputada Pepa Luzardo. Es más probable que fuera ella y sus correligionarias, poco dadas a estas manifestaciones feministas, las que aprovecharan ese día para hacerse las mechas. Muchas mujeres que viven desahogadamente no son capaces de entender que hay bastantes que con su sueldo (en el caso de que lo tengan) no pueden permitirse ir al tinte con la misma asiduidad y ligereza con que lo hacen otras.

También hay un sinfín de mujeres que, aunque quisieran, no pueden permitirse el lujo de adoptar a un niño o a una niña porque no cuentan con dinero para mantenerlos. Si apenas tienen ellas para estirar el presupuesto semanal, menos podrán pagar el alimento, la ropa, el transporte y los estudios a una personas más, por mucho que digan que donde comen tres comen cuatro. Otras, en cambio, sí se lo pueden permitir y es de agradecer que lo hagan, como la misma exalcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria.

Luzardo fue reprendida por la ministra de Sanidad, de su propio partido, en la cadena Ser, al igual que Cristina Cifuentes e Isabel García Tejerina fueron desautorizadas por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, por decir frívolamente que ellas no solo no iban a parar el 8 de marzo sino que harían una huelga a la japonesa. Tras el varapalo de su jefe de filas, la presidenta de la Comunidad de Madrid y la ministra de Agricultura, por lo común tan pizpiretas, recularon y negaron la realidad, a pesar de que las televisiones y las radios se encargaron de repetir sus desafortunadas declaraciones. Además, la huelga a la japonesa no se hace en Japón ni en ningún sitio. Es una leyenda urbana, un bulo al que se ha dado pábulo sin medida ni razón.

Somos un país cainita y guerracivilista en el que la mitad está enfrentada a la otra. Pasa con las reivindicaciones justas de las mujeres como con los asesinatos más abyectos. Hay gente tan malnacida que puso a parir al padre del niño Gabriel cuando se enteró de que pertenece al consejo ciudadano de Podemos en Almería. Antes de eso aplaudían a Ángel Cruz y lo acompañaban en su sentimiento, pero desde que se supo su militancia política lo despreciaron como a un perro abandonado antes del funeral de su propio hijo. Hay gente muy miserable. Damos mucha pena, aunque unos mucho más que otros, claro.

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