En la composición de su primer gobierno, Sarkozy tocó casi todas las teclas para ofrecer una demostración de amplitud política ante las próximas elecciones legislativas, cuya mayoría necesita para aplicar sus planes. Francois Fillon, primer ministro, y Alain Juppe, número 2 del nuevo equipo, tienen en común ataques a la protección social y al derecho a la jubilación en 1995 y 2003, provocando huelgas y movimientos sociales masivos. La declaración de intenciones está clara. Coherente sin duda con el programa ofrecido durante la campaña electoral. Pero también se cubrió por la izquierda, colocando a Bernard Kouchner en Exteriores, enviándole así un guiño a las ONG. Algunas de ellas constituyen núcleos dedicados a la neobeneficencia al servicio del neoliberalismo. Kouchner fue fundador de Médicos sin Fronteras y Médicos del Mundo. En todo caso, Sarkozy ya anunció las primeras medidas destinadas a recortar derechos sociales adquiridos en beneficio de la patronal, justo cuando los sindicatos europeos parecen despertar de un largo letargo, exigiendo que cualquier tratado europeo, de muchas o pocas páginas, conserve aquellas conquistas históricas de los trabajadores. Veremos si son capaces de traducir en la práctica semejante exigencia cuando llegue la hora de la movilización. Otro gesto de Sarkozy. Montó un gobierno paritario de hombres y mujeres, si bien Christine Boutin ejerce como una declarada enemiga del derecho al aborto.La derecha española, bastante más cerril que la gabacha o la alemana, ya está vendiendo la piel del oso antes de cazarlo. Construyen castillos en el aire. Acaban de descubrir una marcha triunfal hasta la victoria final sobre los trabajadores, gracias a una alianza sin fisuras entre Sarkozy (Francia), Merkel (Alemania) y Gordon Brown (Reino Unido). Pronto se incorporaría el genial Rajoy. Ellos superarán los obstáculos que aún encuentra el capitalismo más salvaje y restablecerán las buenas relaciones con Estados Unidos, al tiempo que destruirán los restos del tambaleante bienestar social europeo e introducirán el modelo norteamericano. El diario ABC denomina estas ilusiones como la “alternativa al declive” de la vieja Europa.La UE viene organizándose en función de los intereses de cada burguesía nacional desde sus inicios. De ahí que una verdadera Europa haya sido imposible hasta ahora. El ABC supone que las coincidencias ideológicas entre Merkel, Brown y Sarkozy tienen más peso que los intereses nacionales representados por estos tres personajes. Una bobería. Cada uno de ellos defenderá lo suyo, que no coincide precisamente con los intereses generales. Incluso rechazan la convocatoria a una Asamblea Constituyente europea para evitarse obstáculos, aunque ese sea el único camino hacia la unidad real.Si ahora pretenden colar de contrabando el mini tratado de Sarkozy, evitando así la opinión de los ciudadanos, se debe a la necesidad de darle cobertura constitucional a los desmanes neoliberales, no a la necesidad de avanzar en la construcción de Europa. Dice el ABC que “indudablemente las resistencias al cambio serán proporcionales al desafío”. Desde luego, de eso pueden estar seguros los editorialistas de ABC. El resultado de la batalla no está escrito en parte alguna, salvo en las mentes calenturientas de la derecha española. Rafael Morales