Queda dicho que lo de Zerolo es fuego de artificio y lavandería de aliño, y que todo se colocará en su lugar el día que el “caso Las Teresitas” se eleve al juzgado correspondiente; allí hablaremos de ángeles y demonios, de éticas y desparpajos, de quien se lo lleva crudito y blandito, y de lo “duro” que es representar a la “nación tinerfeña” en estos días de ventisca. El eje de la cuestión es don Luis, el cual, con Zerolo, aparece en las investigaciones del caso Forum Filatélico mezclados ambos en las idas y venidas de una bandita dedicada al tráfico de influencias, los cuales, muy serios ellos en sus conductas, hasta levantaban acta de los contenidos de sus reuniones. Como si fuera el consejo de administración de Acerinox, por ejemplo. A la siguiente reunión el primer punto era el mismo: aprobación del acta de la sesión anterior. Y luego leían: “… Tal como acordamos aquí Miguel desbrozará el camino de las calificaciones aprovechando su cargo político, y Luis cobrará el 50%”. Miguel Zerolo dice que él no era ese “tal Miguel”, que igual se equivocaron de Miguel; y Luis que él no sabe de qué iba la película, o sea, que tampoco era “ése” Luis.Es curioso que afirme ignorancia quien sabe todo de todos, pero la presunción de inocencia es la madre de todas las ciencias. En su “futurible” comparencia parlamentaria haría bien Suárez Trenor en contar sus paseos por distintos puertos mundiales coincidentes con paraísos fiscales. Seguramente serán casualidades, aunque no deja de llamar la atención la sinergia que tendría para un puerto como el de Santa Cruz de Tenerife las operativas de los muelles de Barbados, Bermudas, Mann, y Miami, entre otros. Como es probable que se deslice algún gazapo ya aviso que Suiza no tiene puerto de mar. Y de Luxemburgo no sé de qué me hablan.A mí me encanta el trabajo de Luis, porque es oscuro, discreto, y amamanta las virtudes de una organización preparada para ganar incluso en las circunstancias más adversas. Ahora los homenajes son para Zerolo, al que una turbamulta trata como a un Chávez cualquiera rodeado de descamisados y de mestizos desclasados. Quiere repetir en la alcaldía y allá él. Todo el mundo tiene derecho a perderse en el laberinto que prefiera siempre que se lo permitan.Pero lo de Luis Suárez Trenor es sufrido. Es, tal vez, el que más conoce de las plusvalías de Granadilla, y también de los malos momentos de la mayoría de sus compañeros, incluso en sus vidas privadas. Es fastidiante estar un día en la cama a las dos de la madrugada y que te llame uno de los jefes del partido porque quiere llorar en tu hombro. Y te plantee: “O me lo resuelves tú o no sé qué será de mí; puede que lo haga público cualquier día de éstos”. Y Luis, paciente, mirando a su interlocutor, le da una palmada en el hombro y le tranquiliza: “nadie hará público nada, ¿qué necesitas, amigo?”. A lo mejor la pregunta definitiva no iba sobra el qué sino sobre el cuánto. Sí, premio por los servicios prestados al presidente de la Autoridad Portuaria. Y por lo que calla. Los caceroleros nombran a Miguel, pero el “ruido” en realidad va a por Luis. Aquel al que puedes despertar de madrugada para que te eche una mano y te salve de aparecer en un programa de “Salsa Rosa”. Francisco J. Chavanel