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La sentencia del 11-M

José A. Alemán / José A.Alemán

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Pero desde hace unas semanas los peperos se han distanciado de la conspiranoia. A pesar de esas 500 preguntas, dicen que nunca hablaron de conspiración ni señalaron a ETA con el dedo. Una reculada determinada por la inminencia del fallo del 11-M hecho público ayer; visto que no les quedaba siquiera el recurso de acusar al juez de connivencia con los psocialistas dado que el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, es conservador y ha demostrado ser, por encima de todo, un profesional riguroso.

Les salió al PP y a los conspiranoides el tiro por la culata. Se equivocaron en el cálculo del tiempo y dieron por sentado que, tal y como funciona la Justicia, el juicio se prolongaría hasta después de las elecciones de marzo de 2008, lo que permitiría continuar con el asunto cono uno de los ejes centrales de oposición al Gobierno. Tuvieron que recoger velas.

Tras la sentencia, ayer mismo compareció Rajoy ante los medios. Manifestó, faltaría más, su acatamiento a la decisión del tribunal y recordó algo que es bien cierto: bajo el Gobierno pepero se identificó y detuvo al grueso de los ya condenados. Una baza favorable postergada por la prioridad absoluta impuesta al partido de salvar el palmito de Aznar negando que el atentado del 11-M fuera castigo islamista a sus entusiasmos bélicos en Irak. De donde arranca todo el enredo.

Rajoy bien pudo pararse ahí. Pero no. Pese a acatar la sentencia, basada estrictamente en los hechos probados, se refirió a “nuevas investigaciones” que no precisó: si ha habido investigaciones policiales y judiciales, además de la parlamentaria, no se entiende de qué investigaciones habla y sí que desconfía de los fundamentos de hecho del fallo.

Es evidente que Rajoy no quiere dar por cerrado el caso para sacarle más lasca. Se agacha ante la contundencia del tribunal hasta que se apaguen sus ecos para volverlo a sacar a colación y exprimirlo políticamente aún más. Esto no ha acabado todavía.

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