Guadalupe del Río, nuestra Lupita de Santa Brígida, estaba encantada con su abogada que ejercía de tal y de dinamizadora del área de la mujer, hasta que empezaron las peleas en el seno de la concejalía. Y se armó. A partir de ese momento, nuestra concejal se encogió de hombros, alegó desconocer la posible incompatibilidad en la que incurría la abogada contratada y dedicó su existencia a repartir besos y parabienes. Bueno, y a levar a los viejitos de viaje a Loro Park, en Tenerife, o a Galicia, tierra de promisión y del mejillón, que es lo que mola. Le habían advertido de lo que podía ocurrir y en su momento dijo que no importaba. La denunciante asegura que lo puede demostrar todo, y esperaremos a ver. Parecerá baladí, pero en un Ayuntamiento como el de Santa Brigida, sometido a una investigación por presunta corrupción, no viene nada bien que, encima, se den casos como este.