De un encendido rojo y gualda puede calificarse el discurso que en ese almuerzo de la Federación de Fútbol pronunció su presidente, Ángel María Villar, que se regodeó en la faena de la españolidad como si de los prolegómenos de una visita del Rey a Ceuta y Melilla se tratara. Patriotismo y fútbol, ya se sabe, son conceptos que, se conjuguen como se conjuguen, siempre conmueven a la parroquia española hasta límites más allá de lo folklórico. Y no fue ajeno al sentimiento el director general de Deportes del Gobierno de Canarias, ese buen entrenador de fútbol que es Álvaro Pérez, últimamente objeto de polémica por tener en su despacho una bandera independentista, esa de las siete estrellas verdes que adoptó como propia CC. Pérez no se cortó un pelo y aplaudió a rabiar al presidente federativo. No sabemos si por la parte patriótica o por la puramente futbolera. Ya le preguntaremos, que es amigo.