Seis meses han bastado a Carmelo Padrón para darse cuenta de que le esperaban otros tres años y medio de trabajos de fontanería, de cloacas, para poder empezar a tener una estructura administrativa decente con la que iniciar el cambio urbanístico de la ciudad que le encargaron y con el que soñaba. No tenía en Urbanismo funcionarios suficientes, no existe RPT de la que tirar para nombrar jefes de servicio o de sección capaces de hacer frente a las exigencias pretendidas, heredó enchufados del PP y vicios ancestrales que dificultaban cualquier acción distinta a la burocracia convencional tipo póliza de cinco duros. Para colmo, detectó cierta falta de respaldo que le hacía sospechar que también en esa tarea tan ingrata iba a estar más solo que la una.