Y es porque en Santa Brígida el urbanismo siempre ha sido una papa caliente para los gobernantes, y casi siempre con soluciones poco plausibles. Pero nadie escarmienta, como se pudo comprobar el otro día en la presentación de la candidatura del PSC en el municipio. Debió ser por la emoción del momento, con el cine lleno hasta la bandera, pero a los organizadores del acto no se les ocurrió mejor colofón que hacer subir al escenario también a los que van a ser asesores del grupo socialista tras las elecciones. Advirtieron, eso sí, que lo harán sin cobrar, pero nada dijeron de lo que habría de pagar alguno de ellos por permitirle volver a asesorar sin quedarse colorado. Ya lo intentó sin éxito el que ahora amenaza con volver a ser asesor de urbanismo en la legislatura que concluye, pero no le debieron hacer mucho caso. El vacío le llevó al rebote y el rebote a decir cosas chirriantes de sus propios compañeros. Cosas como acusar a un concejal socialista -en la oposición, por cierto- de haber “adjudicado” una importante obra pública a una empresa de otro compañero socialista. Una maldad que, encima, es mentira, como cualquiera puede comprobar muy fácilmente. El asesor es considerado tan gris, tan triste y tan incapaz que muy bien pudiera atribuírsele la brillantez de poner un cine en primer línea de mar o un muelle deportivo en la plaza de Doña Luisa. Ya sabrá el PSC qué es lo que hace.