Muchos antiguos colaboradores de Luis Soria confiesan estar aún bajo una especie de síndrome de Estocolmo. Recuerdan con cierto desagrado aquellos comités de dirección maratonianos en los que el consejero sometía a una auténtica tortura a su equipo directivo. Celso Perdomo no escapaba de esas situaciones, pero su caso se agravaba si cabe porque al ex director general lo nombró Soria a propuesta de Larry Álvarez. Pero a pesar de ese régimen, de esas maratonianas pruebas de fuerza, de los desplantes... todavía hay miembros de aquel comité que reconocen estar bloqueados, tener miedo. Hasta Celso se le llegó a ofrecer recientemente para ayudarle ante una eventual citación en la comisión de investigación del temporal Delta, y recibió una respuesta fría, cortante. Ya era tarde, el ex director general estaba maldito en el PP, pero jamás se le escuchó despotricar de su ex jefe.