José Manuel Soria salió muy tocado del juicio del miércoles, referido a su querella por calumnias contra el periodista Carlos Sosa y el caso Isolux. Rápidamente pidió a su escolta que le pasara el teléfono móvil y se puso a telefonear a los líderes de opinión de la ciudad anunciando la inminente llegada de la muerte social del empresario Rafael González Bravo de Laguna. Paralelamente puso en marcha una acción conducente a desacreditar públicamente su testimonio ante el plenario pidiendo certificaciones que permitieran jugar con fechas que lo invalidaran. Dice Soria que la cena donde supuestamente pidió al empresario que desistiera de su recurso contra la adjudicación de Isolux se celebró antes del recurso mismo. Pero tenemos otros datos de hemerotecas que no vienen nada bien a la nueva teoría soriana, consistente en tratar de salirse de un berenjenal muy complicado.