Fernando Bañolas sabe perfectamente todo lo que ocurrió en esa Consejería de Sanidad durante los años en que estuvo en manos de Mercedes Roldós, del Partido Popular. Sabe perfectamente el papel que desempeñó cada cual, por qué pusieron allí a Guillermo Martinón y a Lourdes Quesada, por qué contrataron a Javier Artiles, cuáles fueron las funciones que este abogado y empresario, adjudicatario de contratos de ese departamento, desempeñó en en la botica y en la rebotica del Servicio Canario de Salud. Conoce qué funcionarios elaboraron los pliegos, cómo fue el proceso de transformación de esos pliegos, cuáles fueron las ausencias y los descartes en la mesa de contratación... Pero también sabe que este concurso no es el único que huele que tira para atrás, que hay otras empresas públicas y otros servicios en los alrededores que no resisten el menor análisis administrativo ni seguramente penal. Y sabe que no va a poder levantar una puñetera alfombra, que habrá de limitarse a informar de lo que le digan que puede informar y a decir lo que otros le ordenan que diga. Hasta mayo, ha advertido, hasta mayo, que esta hediondez no hay quien la resista.