Guillermo Concepción, feliz y destituido concejal de Pájara por el tercio de Independientes de Fuerteventura, se lo está pasando en grande. Jamás un cese fue tan dulce, y jamás unas tenazas sobre partes pudendas habían dado tanto rendimiento en tan poco tiempo. Después de que el alcalde, Rafael Perdomo, decretara su destitución, el presidente del PP majorero, el impagable Domingo González Arroyo, mandó recado a Concepción para que fuera suave en su rueda de prensa de pataleta. Dicen las malas lenguas que el recado del marqués, que nada tenía que perder en teoría en esta ruptura del sur, respondía a un requerimiento hecho por su amigo Blas Acosta, concejal de Urbanismo de Pájara y candidato socialista a presidir el Cabildo de Fuerteventura. Acosta quería la intercepción de un hombre bueno que calmara los ímpetus del destituido concejal, que es un manojo de nervios cuando se cabrea. Luego se reunieron Blas y Guillermo y el primero le pidió disculpas informales por un cese que atribuyó a una calentura de algunos de sus compañeros, con el alcalde al frente.