Estamos asombrados, la verdad, porque no imaginábamos que con la publicación de algunas de las facturas de las cuchipandas de Miguel Zerolo pudiéramos descubrir cosas distintas a sus gustos gastronómicos y alcohólicos. Porque ya sabemos de al menos cuatro personas, cuatro, que aseguran no haber comido jamás con el alcalde de Santa Cruz, a pesar de aparecer citados por sus cargos y destinos en las facturas que la primera autoridad municipal presentó a Intervención para que se promoviera un expediente de reconocimiento extrajudicial de deuda y se pagara a los restaurantes escenarios de tandas cuchipandas. Es decir, que como ocurriera con el caso Bragagate, de justificación de gastos del grupo municipal del PP mediante la utilización de facturas falsas (gayumbos, bragas, vinos, cinturones y cambios de aceite, con perdón), lo que ha hecho Zerolo es inventarse la identidad de comensales para que le pagaran con dinero público comidas cuya justificación es cuanto menos discutible.