Hablar de energía en Canarias equivale casi de inmediato a hablar de pelotazos. Lo pretendieron dar en 2004 con aquel concurso eólico que frustraron los tribunales, lo que condujo irremediablemente a que uno de los lugares en el mundo con mejores condiciones haya tenido que perder cinco años. Y lo que nos falta por ver porque el cariz que está tomando la nueva convocatoria eólica planteada por el Gobierno no invita precisamente a la esperanza. La diputada socialista Paquita Luengo, que de Derecho Administrativo sabe un rato, ya anda advirtiendo con el advenimiento de la misma plaga de siempre, camuflada de chapuza pero tapando realmente lo que subyace tras ésta: la ineptitud y la inevitable sospecha de corrupción. El Gobierno podía evitar esa sospecha colocando al frente del asunto a una persona solvente y preparada, sin antecedentes que infundieran preocupación. Pero ha preferido lo contrario, nombrar al viceconsejero de Industria y Energía, Juan Pedro Sánchez.