Anda más bien desinquieto, con perdón por el manolovierismo, el presidente del Parlamento de Canarias e histórico dirigente de API Antonio Castro, al que se le subleva su muchachada palmera ante la actitud desafiante y vengativa de esos presuntos socios socialistas, que no les quieren prestar la pelota. No le gusta este pacto, pero no porque quiera que Soria sea presidente de Canarias, sino porque sabe que los suyos han hecho muchas trastadas a los del PSOE en las instituciones palmeras como para ahora tener arrestos de exigir pactos en cascada hasta las últimas consecuencias. La trayectoria de Antonio Castro demuestra que hasta ahora se ha limitado siempre a amagar sin lanzar el puño al mentón, y en sus amagues utiliza todas las artes, incluyendo el movimiento de piernas y el más sofisticado lenguaje corporal, que lo tiene, aunque no lo parezca. Por eso se deja ver con adversarios de todo tipo de pelaje, comparte almuerzos y/o sobremesas con Cristina Tavío, Nacho González y Miguel Zerolo, habla con Soria y le hace carantoñas... Y mira para La Palma a ver si los dirigentes socialistas logran calmar el clamor de las bases.