Se acercan las elecciones locales (faltan escasamente 22 meses) y ATI sabe perfectamente que el PP es su principal adversario. Los resultados de las últimas municipales y generales ya hacen prever un posible descalabro en favor de los conservadores, a los que van a parar generalmente gran parte de los votos que pierden los nacionalistas. El PSOE, con un suelo electoral amplio y consolidado, sólo tiene que jugar a potenciar las debilidades de este pacto recién roto y los que aún se mantienen en el Gobierno y en el Cabildo. Pero ATI, con los números en la mano, teme otro descalabro como el que sufrió Ricardo Melchior al Senado de manos de Antonio Alarcó, que le sacó nada menos que 100.000 votos de diferencia. O la incertidumbre de lo que pueda ocurrir en la Alcaldía de Santa Cruz, con Zerolo en retirada y el desgaste propio de tantos años de gobierno. Frente a los socialistas, las auténticas bestias pardas de ATI, tratan de lanzar un mensaje de que cualquier acuerdo es posible, pero no con la finalidad de gobernar juntos, algo improbable, sino para desgastar a los que creen que este es el momento de acabar con la hegemonía conservadora, tanto en Tenerife como en el Gobierno regional.