Vuelve a ser noticia la Confederación Canaria de Empresarios (CCE), y no precisamente por dar a conocer un nuevo y sesudo informe de coyuntura económica, o por haber destituido a José Miguel Suárez Gil, que se marchó solo en aplicación del pacto que ya les hemos contado. No. La Confederación vuelve a ser noticia por el empeño de su presidente, Tony Rivero, de echarle riqui-racas a Luis Hernández, presidente de la Autoridad Portuaria, sin someterse a una junta o a una mísera reunión que le permitiera sacar un acuerdo de apoyo. Le acusan de demasiado compadreo por el asunto del World Trade Center en la parte interior del Frente Marítimo, a la altura del mercado del Puerto, más o menos, operación de la que Rivero es socio. Encima, algunos confederados le reprochan que se le haya ocurrido proponer como tesorero, en sustitución del mentado Suárez Gil, a José Manuel Freire. Y no porque el hombre no reúna el perfil profesional y técnico adecuado, que sí lo reúne (no como Román), sino porque reside actualmente en Madrid y eso está muy lejos.