Don José ha dedicado unas cuantas de sus últimas cartas pastorales a despotricar contra la querella de Santiago Pérez, al mismo tiempo que la ha dado por perdida para sus propios intereses. Cree este iluminado líder de la independencia canaria que la Justicia está contaminada por los poderes centralistas y que a él no lo entiende. Cree que hay una tremenda conspiración del Poder Judicial en su contra por haberse quejado de varios jueces canariones que una vez osaron opinar sobre sus métodos xenófobos y excluyentes que exteriorizaba permanentemente el periódico en sus editoriales. Pero ha ocultado un dato que refuerza sus miedos: que la juez ante la que se sentará este jueves le archivó en una ocasión una querella que el magnífico editor interpuso contra un profesor de la Universidad de La Laguna que lo puso bonito en un periódico digital. La juez no vio indicios de delito y archivó la querella sin abrir diligencias, cosa que ahora no ha hecho, quizás porque ha visto que el tamaño de los insultos y las vejaciones, además de su extensión en el tiempo y la difusión del medio (don Pepito presume de tener el periódico más leído en Canarias) aconsejan instruir la causa y ver qué pasa.