Ángel Llanos es consciente del enorme servicio que va a prestar el lunes al PP canario en el pleno de aprobación del Plan General de Santa Cruz. Y lo va a hacer cuando vive los peores momentos dentro de su partido y en sus relaciones personales y políticas con José Manuel Soria. Dicen los que conocen el ambiente, que jamás habían presenciado tanto rencor, el que destila Soria contra el que un día fue su delfín, su protegido, su alumno más aventajado. Llanos esperará a pasar este rubicón porque ningún factor juega ahora a su favor: Cristina Tavío está fuertemente apoyada por el número dos del partido, Manuel Fernández, que a cambio recibe de la presidenta insular el compromiso de lanzar al estrellato a Manolín Fernández, una joven promesa de la derecha canaria que ya estrenó poder en este último tramo de mandato en el Ayuntamiento de Santa Cruz. A cambio, el padre de la criatura le procura a la niña Tavío todo tipo de favores y parabienes ante el caudillo regional, que precisamente por batirse en retirada y necesitar de manera prioritaria un buen resultado electoral, es más peligroso que nunca. Sólo algunas voces aisladas se atreven a manifestar desacuerdo en público, como Alfonso Soriano, que votará en contra del Plan General, probablemente declarándose en rebeldía y sufriendo un repentino padecimiento que le impedirá acudir al pleno del lunes.