La compra de esos enseres de barbero, a los que ya se empieza a sacar rendimiento periodístico, fue una decisión de la concejal Alejandra Fabre en contra del criterio de la entonces alcaldesa, Pepa Luzardo. Así se encargó ella misma de recordarlo durante la visita que giró hace unos días a las nuevas dependencias de la Alcaldía. La actual portavoz del PP se quedó encantada al ver que algunas adquisiciones realizadas por decisión directa suya colgaban de las paredes del edificio de la plaza de Santa Ana, como un Fernando Álamo o dos Pedro González, adquiridos estos últimos por el precio conjunto de 4.000 euros. Pero cuando vio el sillón de barbero exclamó que aquello no había sido un capricho suyo, sino de la Fabre, con la que no estuvo de acuerdo.