La gloria es efímera, pero también parece tener igual duración la crítica, a tenor de las personas que la han ejercido con todo su derecho, incluso con toda la dureza, contra la elección de Willy García y por el modo en que el Gobierno ha administrado su nombramiento y el del equipo que le han impuesto para que reflote el invento y cambie el modelo de televisión pública canaria. Allí estaba representada parte de la crítica oyendo a Willy García pronunciar un discurso con el que trató de apagar los fuegos que se le han provocado alrededor. Cogió el toro por los cuernos y no se amilanó a la hora de afirmar, entre otras cosas, que los que le van a aprobar o a suspender no son sus compañeros de profesión, sino los espectadores, los oyentes o los lectores. Y tras resaltar que no es “ni abogado ni economista”, marcó con la siguiente frase lo que puede ser su gestión a partir de ahora: “ni falta que me hace”.