Ya les hemos contado algunos de los chismes que pudieron oírse, a poco que uno tuviera ganas de oírlos, en el cumple de Manuel Ley, el recién llegado a la Confederación Canaria de Empresarios (CCE) por la vía de AEMPIC para rellenar el irrellenable hueco dejado por la mayoritaria Asociación de Empresarios de la Construcción de Las Palmas (AEC) que dirige Salud Gil, como saben una de las más importantes aristas del bloque empresarial crítico surgido a partir de las últimas elecciones para la CCE. Al hombre, la convocatoria no le fue del todo bien si trataba de darse un barniz de carisma y pluralidad. Pocos, muy pocos empresarios de postín, excepción hecha del ex presidente de la CCE, Alberto Cabré, quien en ningún caso podía faltar por los lazos que unen a ambos. Eso por la parte de quienes generan, o deben, la riqueza en estas tierras, por la otra, la de los políticos, sí hubo una mayor presencia, pero, y aquí viene el fracaso en lo de la pluralidad, con aplastante mayoría para las huestes populares de José Manuel Soria, quien se convirtió en la diva de más alto rango en la susodicha celebración. Soria, cuentan, no se cortó un pejín a la hora de poner sobre la mesa su teoría de cómo abultar la cuenta de votos en las autonómicas.