La decisión del Gobierno de España de dar carpetazo a las renovables es especialmente sangrienta para Canarias desde el punto de vista energético. Las islas forman un sistema eléctrico del que cuelgan a su vez seis subsistemas aislados, lo que encarece enormemente la generación y el transporte de electricidad e imposibilita la interacción entre sistemas o fuentes generadoras, como ocurre en territorios continentales. Por eso Canarias tiene un tratamiento especial en materia eléctrica y por eso es fundamental para las Islas profundizar en la asignatura pendiente que constituyen las energías renovables, especialmente la eólica. El coste de generar electricidad quemando petróleo fue en 2009, con los mercados del crudo más o menos moderados, de 103 euros por megavatio/hora, mientras que la generación de origen eólico fue de 80 euros. Las especiales condiciones canarias y la proliferación de más instalaciones eólicas y de bombeos hidráulicos para almacenar la energía generada en las horas valle, abaratarían aún más esos costes. La decisión de Soria no sólo supondrá seguir quemando petróleo (o gas, cuando se implante), perder 600 millones de inversión y 6.000 futuros empleos; no sólo retrasará los objetivos de alcanzar el 30% de generación con renovables en 2015, sino que hará que sigamos pagando más por una electricidad que podría ser mucho más barata, mucho más limpia, más atractiva turísticamente y sin sobrecostes para el sistema eléctrico nacional. Cada día que pasa, más disparatada se hace la decisión gubernamental.