Estamos en este periódico verdaderamente encantados con un árbol, el guindo, del que últimamente se caen con inusitada asiduidad algunos compañeros y compañeras periodistas. Y periodistos. Todos ellos, claro, al caer de un guindo mayor el editor o editora de turno, porque si no, a ver quién iba a ser el guapo que se caía. Uno de los guindos más frecuentados las últimas semanas, después del de Soria, es el de Rita Martín, consejera de Turismo del Gobierno de Canarias de cuyas andanzas nos hemos hecho eco nosotros aquí desde hace mucho tiempo. ¿Tres años y pico quizás? Pues sí. Rita es la releche, un gustazo para cualquier periodista crítico, con retranca, que analice con mala uva sus continuas meteduras de pata, su manifiesta incultura, sus deficiencias oratorias e intelectuales, su incapacidad para dirigir siquiera una comunidad de vecinos. Nuestras crónicas sobre Rita nos han costado algunos disgustos con lectores, que nos han acusado de tenerla cogida con la doña. Pero, de repente, cuando la publicidad de la Consejería de Turismo desaparece de los periódicos, o cuando Soria cae en desgracia en uno de ellos, descubrimos que la señora Martín era musa de muchos más colegas, que ahora salen de las catacumbas a contarlo. Estamos verdaderamente encantados, de verdad.