Saavedra no rehuyó ni una sola pregunta, incluidas las impertinentes, y en sus respuestas abandonó su tradicional buenismo con los adversarios políticos para cargar muchísimo sobre Soria la responsabilidad de la mayoría de los males heredados por Las Palmas de Gran Canaria y los que padece el Archipiélago en su conjunto. Por no rehuir, ni siquiera se zafó de las preguntas acerca de las exigencias de responsabilidades patrimoniales personales a los funcionarios y autoridades que hayan incurrido en errores, negligencias y pufos varios que están costando al consistorio más de cien millones de euros en embarques. Fuera de cámara, el alcalde contó cómo la compra de un suelo en Guanarteme, donde se levanta actualmente el instituto de El Rincón, empezó en 2001 (en tiempos de Soria) por algo más de un millón de euros y ya alcanza una reclamación de 16, que es lo que pide la familia Verdugo a un Ayuntamiento que ha cometido todas las pifias posibles en la tramitación de este expediente. Y la primera pifia, por supuesto, fue que ni Soria ni Pepa pagaron lo que debían entre 2001 y 2007. Y el marrón se lo comen Saavedra y los suyos. Bueno, los ciudadanos, que ven cómo su dinero se dedica a pagar pufos en lugar de servicios o inversiones.