A nadie que conozca por dentro Coalición Canaria de Gran Canaria parece haberle sorprendido la decisión de este miércoles de dejar a su presidente insular, Fernando Bañolas, fuera del número dos al Congreso de los Diputados y literalmente a los pies de los caballos. La contestación crítica contra su gestión, de apenas un año de mandato, ha ido creciendo por momentos. Al ex alcalde de Guía se le reprocha dedicar poco tiempo a la vida orgánica de CC, primero porque la asumió coincidiendo con su llegada a la Consejería de Sanidad en noviembre del año pasado, tras la abrupta marcha del PP; luego por la campaña electoral y su elección como vicepresidente del Cabildo de Gran Canaria. Entre una cosa y la otra, no se ha ganado el cariño de los más activos militantes de la cosa, que han ido tomando posiciones y haciendo sus idas y venidas a Arucas, donde parece localizarse el epicentro de este terremoto. Si a eso se añade que se le acusa de haber colocado solamente a vecinos de Guía en los puestos en que ha podido colocar a alguien, ya tenemos el potaje montado. Han resultado clamorosas las discusiones, con algún que otro exabrupto fuera de lugar, entre Bañolas y la esposa de Manolo Lobo, quien ahora le arrebata la plaza electoral. Y agárrense, que ahora viene la elección de presidente local de Las Palmas de Gran Canaria. Como no gane Jorge Rodríguez, el candidato de la oficialidad, la guerra será durita.