El empresario Félix Santiago, por si la parroquia no lo recuerda, fue elegido por los empresarios y nombrado por el Gobierno, en este caso, por imperativo legal. No puede ser que ese Gobierno lo quiera ahora para que vote siempre con él. Porque entre optar por Madrid y optar por la anomalía de Sánchez-Simón, es lógico y razonable que los empresarios se inclinen por quienes dirigen la estrategia, aprueban presupuestos y plan de empresas y coordinan el interés general de todos los puertos del Estado. Frente a esa lógica parecen querer situarse los que sueñan con que los puertos canarios sean repúblicas independientes (bananeras, eso sí), bajo su control y su caos, con un presidente al frente que nace amortizado. Sánchez-Simón es el que, al no conseguir esas ansiadas competencias para no se sabe muy bien qué cosas, quiere cambiar el reglamento porque perdió el partido.