Todo hace sospechar que ese quiebro ajeno al guión que terminó frustrando la verdadera solución en el grupo municipal de gobierno no fue un cambio de última hora en el humor de Jerónimo Saavedra, sino una desgraciada confluencia de intereses que distan bastante del interés general y mucho más del verdadero interés del Partido Socialista de renovar la confianza de los electores en 2011. El epicentro quizás haya que buscarlo -y encontrarlo- en el deseo de la corriente que lidera el senador Arcadio Díaz Tejera de ganar posiciones en el partido, bien para él o bien para alguno de los suyos, en este caso, Néstor Hernández. Díaz Tejera necesita tener estampitas con las que negociar y le viene muy bien recordar que él tuvo que ceder el paso a Saavedra cuando daba por hecho que sería el candidato en 2007. La potenciación de Blas Trujillo como hombre fuerte del primer Ayuntamiento de las islas venía mal para esos planes. Franquis opinaba lo mismo y entre todos forzaron a Saavedra a aceptar. Por eso, la jugada de Teresita Morales de quedarse dentro tiene su segunda lectura.