La consejera de Turismo hace tiempo que cayó en desgracia. Su destitución ha quedado siempre a la espera de la oportunidad política y de que dejáramos de meternos con ella una temporadita, que ya se sabe de los ronchones que le afloran a Soria si tiene que darnos la razón. La trayectoria de Martín ha sido un continuo disparate, hasta el momento sorteado gracias a las inversiones millonarias que continúa haciendo su departamento en los medios de comunicación canarios para promocionar intramuros el destino turístico isleño (y dos piedras). La práctica suspensión de la campaña Los Estadios de la Felicidad, llamada a ser la que detuviera de algún modo la caída del turismo británico, peninsular y germano, es solamente la punta de iceberg de una política turística errática cuando no inexistente. Por no saber coordinar, ni siquiera ha sido capaz la consejera de llevarse bien con su viceconsejera, Mari Carmen Hernández Bento, a la que ha prohibido incluso ir a ferias como la ITB de Berlín.