Jerónimo Saavedra mide muchos sus pasos. Piensa retirarse de la política ejerciendo de regidor de su ciudad, y no quiere pasar a la historia como un mal alcalde. Le ha caído encima una herencia inabarcable y una crisis económica mundial colosal. Ambos factores, incluso por separado, ponen las cuentas de cualquier institución patas arriba. Por eso el alcalde ha preferido actualizar su famoso e inquietante “que gobiernen ellos”, pronunciado cuando ganó las elecciones autonómicas en 1987, por “que la oposición la haga Juan Fernando”. Él, a lo suyo, a buscar la manera de recomponer las arcas municipales tras el agujero dejado por el PP, los casi 100 millones en sentencias judiciales, la pérdida de 70 millones en recaudación y las tiranteces de una crisis económica que requiere mucho esfuerzo de las instituciones. Rivero parecía este lunes encantado de sentarse a negociar cualquier cosa con el ex presidente del PSC porque cree que de este modo erosiona la imagen de López Aguilar. Saavedra asiente y mira para la caja registradora.