Paulino Rivero no era consciente de la mecha que prendía el día que comentó ante una decena de directores de medios informativos de Gran Canaria aquella peripecia suya con los controladores aéreos, cuando pretendía rematar un viaje desde Tenerife en un helicóptero de los servicios de emergencia de la Comunidad Autónoma. El presidente quería meter un dedo en el ojo a los controladores, en aquellos momentos enfrentados a todas las administraciones y oponiendo a Aena unas medidas más que impopulares. Rivero denunció que los controladores trataron de sabotear su vuelo retrasando su aproximación al aeropuerto de Gran Canaria. Luego se supo que aquel vuelo venía con un código de emergencia y no con un código VIP, que era el que correspondía al servicio que prestaba. Ahora, meses después, empezamos a saber muchas más cosas del uso de esos helicópteros que pagamos entre todos los canarios.