José Manuel Soria tardó 24 horas, lo que en política equivale a una eternidad, en salir a desautorizar a su portavoz parlamentario, Miguel Cabrera Pérez-Camacho, por sus veleidades anti-castristas. Un lapso que muy bien podría corresponderse con la vieja táctica pepera de imputar para luego impugnar: sal tú, Miguel, y dí alguna burrada de las tuyas sobre la visita de Paulino; y no te olvides de decir que el viaje es totalmente electoralista... que al día siguiente salgo yo diciendo que lo tuyo es una opinión personal y que el Gobierno está como una piña. Y tal. Como cuando el mismo manipulador salía contra jueces, policías y fiscales para a las pocas horas hablar de la profesionalidad y la independencia de todos ellos. Es imposible creerse a estas alturas de la película y ante los antecedentes que le adornan que esto sea casual, que alguien dentro del PP canario actúe por libre. Como no puede considerarse nada casual la beligerante y agresiva actitud del PP en Madrid contra el Plan Canarias, suscrito a partes iguales por los dos gobiernos.