La posición del PSOE es muy complicada. Desde dentro, Alpidio Armas y otros dirigentes socialistas herreños, muy dañados por aquellos pucherazos, exigen al partido que actúe, que explique a sus socios de CC que una cosa es la política y otras son las trampas, que este asunto ya estaba en los juzgados cuando se selló el actual gobierno que mantiene a Paulino Rivero en la presidencia del Gobierno. Esas voces exigen también contundencia contra la corrupción en unos tiempos en los que ese problema constituye el segundo, tras el paro, que más preocupa a los españoles. Aflojar la mano y que no paguen sus culpas los responsables de aquellos dos pucherazos no va a animar ni mucho menos a los votantes ni a las bases socialistas. Del otro lado se sitúan los que quieren tener la fiesta en paz con el socio nacionalista. Son los que llevan apagando incendios desde que se selló el pacto por las indisciplinas locales, que a más locales se convierten en menos graves indisciplinas. Uno de esos incendios estuvo provocado precisamente en El Hierro donde, como consecuencia de esas viejas rencillas, los socialistas se lanzaron de inmediato a pactar con el PP y hacer de ese modo presidente insular al muy mencionado Alpidio Armas, que acababa de ese modo con una hegemonía eterna de los Padrón de AHI. Estos días de regreso de viejos casos de corrupción a la primera plana han vuelto a resonar en el seno del PSOE aquellas reveladoras palabras del que hoy es secretario de Organización, Julio Cruz. Cuando el partido lo dirigía Juan Fernando López Aguilar dijo públicamente en una Ejecutiva Regional del año 2006 lo que muchos compartimos: “La lucha contra la corrupción no da votos”. Pero le faltó decir que eso no debe importarle a un partido serio que exige y se auto-exige transparencia. Es cierto, no suelen ser los partidos más combativos con la corrupción los que cosechan mejores resultados electorales, a excepción, miren ustedes por dónde, de aquel PSOE de 2006 que al año siguiente, con López Aguilar convertido en implacable ariete contra la podredumbre generalizada, obtuvo los mejores resultados del PSOE canario. Su apartamiento y la pérdida del discurso regenerador condujo luego a la decepción. Veremos qué hacen los socialistas ahora con el caso del puñado de votos herreños.