Quizás debería mirar un poco hacia su propia familia el señor Soria y pedir a su hermano Luis que se aleje un poco de la política cuando de hacer negocios se trata. Ya lo descubrimos un día, sin querer, paseando por Magdeburgo, Alemania, justo debajo de una megaturbina enorme de la empresa Enercon. Fue un paseo genial porque, sin que nadie lo programara, allí se encontró con los hermanos Esquivel, anda, los empresarios que más beneficiados iban a quedar en el concurso eólico, ése que Soria quiso atribuir a un socialista. Ahora nos volvemos a encontrar a Luis Soria haciendo negocios alrededor de la política, y también en una actividad en la que debió abstenerse por clara incompatibilidad legal con su último destino público. Aquí no juzgamos penalmente a nadie, pero no nos negarán que la cosa tiene un calado de responsabilidad política que manda las peras a la plaza.