Rodolfo Espino y Néstor Hernández, concejales de Las Palmas de Gran Canaria, parecen embarcados en una carrera a ver quién llega el último. Espino, concejal de Hacienda, con el nonato presupuesto, y Hernández, el de Urbanismo, con el imposible Plan General. Ambos documentos llevan un retraso tal que permiten a un necio funcional como Felipe Afonso El Jaber parecer un tipo con valía. Espino es profesor universitario y Néstor profesor de instituto, ambos a priori preparados. Pero a posteriori no dan una a derechas. El diagnóstico no puede ser más desmoralizador: acaso el carácter de diseño individual, poco participativo, les encierra a los dos en una costra de la que ya no van a salir. Ahora vendrá el miedo escénico y las meteduras de pata en cadena. Ay Jerónimo, lo que le queda por pasar en esta semana de pasión. Y el lunes, remodelación irrenunciable. Hasta Zerolo se le ha adelantado.