Tiempos de relevos en las instituciones públicas españolas en general y canarias en particular tras las elecciones autonómicas de mayo. Sigue la cascada de nombramientos, ceses y dimisiones, y con ellos, las consabidas despedidas. La de Alberto Génova como director general del Servicio Canario de Empleo (SCE) no pasará a la historia por su quietud, sino más bien por lo contrario. Su cese apareció unos días en el Boletín Oficial de Canarias como realizado “a petición propia”, cuando su sustitución venía cantada por haber pasado ese servicio a manos del PSOE, que ha nombrado a Manuel León. Génova, del que se pueden decir muchas cosas pero no que sea un mal educado, dedicó unas cuantas horas a despedirse del personal, aunque no de todos, que a algunos se los saltó por razones que seguramente haya que buscar en las desavenencias propias del día a día. Pero cuando llegó a la altura de un funcionario que lo conoce bien por haber coincidido con él en otros destinos, la tensión se disparó hasta límites inesperados. Según testigos presenciales, el funcionario, de apellido Marrero, le dijo que había sido “el peor director general que había conocido” y que, por lo tanto, no estaba de acuerdo con su gestión. Génova lo encajó como pudo pero reaccionó muy molesto: “¿Y has esperado todo este tiempo para decírmelo? ¿Por qué no has tenido los cojones de decírmelo antes de dejar el cargo?” El funcionario se limitó a decirle que su educación le impedía responderle como se merecía. La cosa no pasó a mayores.