Parecía inimaginable que una idea tan buena como la creación del Consorcio para la Rehabilitación Turística del Sur de Gran Canaria pudiera fracasar: supone, por fin, la inyección de fuertes inversiones en infraestructuras públicas para mejorar la imagen de una ciudad turística que el Ayuntamiento se ha encargado él solito de cargarse con todos sus disparates de años. Un Ayuntamiento que ha sido incapaz de aprobar un Plan General ¡en veinte años!; que no alcanza ni a tener unas hamacas presentables en sus playas del Inglés y Maspalomas; que utiliza un sistema de recogida de basuras propio de cualquier república bananera; que pierde todos sus pleitos con los empresarios a los que echa pulsos urbanísticos... Vamos, que si el sol fuera competencia municipal, ya lo habrían fundido para siempre. De un tiempo a esta parte Nueva Canarias y Marco Aurelio Pérez (Agrupación de Vecinos) se han propuesto dinamitar el consorcio con la excusa de que no les gusta el nombre (eso del Sur les suena a extensible a Mogán), cuando en realidad lo que tratan es de controlarlo ellos para mangonear mejor, para sacarle rédito político. Como han hecho siempre con los resultados de todos conocidos. Prefieren que fracase y seguir chapoteando en la mierda que verlo pasar sin meter la mano.