Sea como fuere, el Queen Mary 2 colapsó la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Todo el mundo quería ver de cerca al colosal trasantlántico. Y los que se dieron una vueltita por el Muelle Santa Catalina pudieron comprobar que muchos de los pasajeros del barco, orgullosos de su procedencia (y de su proceder), colocaron en los balcones y ventanas de sus camarotes las banderas de sus respectivos paises. Había mucho escocés -o tinerfeño infiltrado, según se mire-, algún que otro norteamericano luciendo barras y estrellas... Y casi en lo más alto, ondeando con mucha elegancia y la suficiente dignidad y desparpajo, estaba la bandera del arco iris, símbolo del orgullo gay. El Queen Mary 2 surca los océanos, cruza fronteras y no esquiva ninguna corriente. Es la reina de los mares.