El talante democrático de la alcaldesa es el que ha adquirido de su roce con algunos de sus compañeros de partido, tan dados al palo y tentetieso. Así, después del papelón que hizo en Bruselas, donde todavía se están preguntando de dónde sacaron los canarios tanta sabiduría y tanta capacidad políticas juntas, se plantó en el consejo de administración de la Autoridad Portuaria a preguntar en voz alta cómo era eso de que un acta de la UE se hubiera filtrado a un periódico. Pero no a un periódico cualquiera, sino a éste mismo, lo que para ella invalidaba automáticamente la veracidad de la información. Pues qué bien. Tiene la alcaldesa toda la legitimad de gobernar la ciudad que preside porque ganó en unas elecciones limpias. Pero los ciudadanos tienen también derecho a quejarse de tener una alcaldesa con tan pocas luces. Esta ciudad se merece otra cosa. No vamos a tener siempre de alcalde a un Rodríguez Doreste, culto, elegante en el trato político, demócrata sanguíneo. Pero caramba, ni tanto ni tan poco.