Lo visto este jueves en el hotel Santa Catalina por parte del presidente de la Confederación Canaria de Empresarios es el resultado de un frenético mes de curro por parte de su presidente, Tony Rivero, que sólo se tomó un respiro este puente para ir a Nueva York en compañía de su esposa y tres matrimonios más. Una vez recibió el mensaje del núcleo duro empresarial de que podía disponer de mayor maniobrabilidad e irse sacudiendo de encima el pesado yugo plateado, Rivero empezó a enviar los conocidos mensajes conciliadores al Foro. El punto álgido de la estrategia de acercamiento debía ser el almuerzo de Navidad, y lo consiguió, aunque fuera en el último minuto. Este miércoles se reunió con el presidente del Foro, Sebastián Grisaleña, con la secretaria general de Cecapyme, Pilar Tabar, y con el homólogo de ésta en la Confederación, José Cristóbal García. Rivero tenía las manos libres para negociar y, tras una conversación formal, accedió a todas las pretensiones de los empresarios que, con sus sectoriales al hombro, abandonaron la patronal hace casi un año.