Acosta ha demostrado siempre ser tipo listo, de esos que antes de una moción de censura hace preguntas clave acerca del urbanismo, a ver si vale la pena o no meterse en berenjenales. Como hizo en el seno del Consejo Insular de Aguas de Fuerteventura, órgano del que es miembro desde 2003, y a cuyos técnicos preguntó en 2006 por el procedimiento legal a seguir para hacer unas catas con las que buscar un pozo que surtiera de agua a su piscina. Los funcionarios le contestaron que la cosa era complicada porque la zona estaba llena de pozos y la norma obliga a una distancia entre ellos de más de 200 metros.Tal respuesta llevó a la pregunta del pícaro: ¿y de cuánto estamos hablando en caso de sanción? Debió parecerle barato porque de inmediato empezaron las catas, dicen los vecinos que de noche y los fines de semana. Y se hizo la piscina sin licencia urbanística, y se llenó con agua del pozo, y se le sancionó por el pozo. “Dimes y diretes”, que dice Juan Fernando.