El Banco de España fue contundente cuando entró a analizar las pintorescas operaciones que este dechado de la gestión realizó cuando gozaba de amplísimos poderes al frente de La Caja. Entre otras cosas, el banco central español ordenó a la entidad “realizar ajustes por 7.688 millones de pesetas y reclasificaciones por 1.550 millones (...) con el fin de que el balance y la cuenta de resultados reflejen, con la mayor exactitud, la situación económico financiera de La Caja”. Una de esas perjudiciales operaciones fue la de la venta de tres parcelas en La Minilla, en Las Palmas de Gran Canaria, donde la entidad tuvo un quebranto de nada menos que 1.212 millones de pesetas. Mediante una venta realizada por La Caja Vivienda, García González y sus más íntimos colaboradores beneficiaron a la empresa compradora de modo absolutamente contrario a los intereses de la entidad porque, además de que el comprador vendió dos de las tres parcelas dos meses y medio después por un precio muy superior, se dio la circunstancia de que la propia entidad pagó la operación comprando al comprador un 15% de las acciones de su empresa. A ver, Paquito, ese do sostenido, que se te va la mano.