Los largos meses de investigaciones del escándalo del concurso eólico han dado para mucho. Incluso para que un docto hombre de leyes como es el magistrado Miguel Ángel Parramón, haya podido desentrañar las complejidades de una fórmula hecha por ingenieros. Se trata de la fórmula del concurso eólico, esa que fue convenientemente filtrada con antelación suficiente para que unos cuantos espabilados, especialistas en los chiringuitos de 3.010 euros, se adelantaran a los demás y empezaran a pedir concesiones en suelo público. Pues bien, la fórmula es muy sencilla, a la par que elegante. Contiene catorce variables, trece de ellas muy técnicas, muy razonables. La decimocuarta tiene su subjetividad, pero es admisible. Pero en el factor multiplicador que remata esta fórmula está el secreto. Las catorce variables hay que multiplicarlas por 1,2 en el caso de que el concursante se presente con suelo público. Revisen el listado de los correos del denunciante.