Los organizadores del acto se pusieron manos a la obra y consultaron con quien tenían más a mano, los servicios de protocolo del auditorio Alfredo Kraus, que prefirieron no meterse en berenjenales y aconsejaron la salida más diplomática: pactar la presidencia entre las partes. Así las cosas, llega el sábado y allí se presentan Mari Mar Julios con su jefa de protocolo, Carmen Pérez, y el ministro López Aguilar con su jefa de Comunicación, la también canaria Faci Peñate, y su nuevo asesor, Juan Ramón Funes, también isleño. Peñate, sabedora de que iba a haber tomate, se hizo acompañar de un buen número de fotocopias del Real Decreto 20/99, que establece muy a las claras que los dos únicos altos cargos de España que pueden delegar su representación son el Rey y el presidente del Gobierno de la Nación. De este modo, se echaban por tierra los argumentos de la vicepresidenta, que llevaba en su poder el decreto de delegación de competencias que había firmado Adán Martín antes de salir de viaje hacia Cuba. Julios y sus asesores trataron de hacer valer un decreto de responsabilidades como si se tratara de una delegación de representación, figura legalmente imposible.